Tendencia de la semana 13: el efecto Lubitz

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Complicado resumen semanal, complicada semana, triste. Estamos todos sumidos en una estupefacción complicada de superar, complicada hasta de asumir. La muerte en si es difícil de admitir, la muerte de 149+1 personas es ciertamente un reto imposible, un asesinato en masa como el de esta semana, es sin lugar a dudas algo tan cortante que buscarle un adjetivo, o una razón o simplemente un remedio, es utopía. Pasarán los días, los meses y años, y aunque no nos acordemos de cuando fue, siempre tendremos en la cabeza un desequilibrado llevándose con él 149 historias a 700 km/h contra una pared granítica de los Alpes. La única seguridad que nos quedaba al subir en avión, es que los pilotos tenían las mismas ganas que tu de llegar a su destino, hoy la única seguridad que nos queda, es el enraizamiento de nuestras dudas.

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Nada es seguro en esta vida, ni el vivir mismo. La vida puede terminarse de manera abrupta, como el amor, como las amistades y como un buen plato de espaguetis, pero ninguno de nosotros somos capaces de concebir un mundo tan bestial, ni una mente tan enferma. La pregunta de los medios de comunicación será esta semana: “que lleva a alguien como Andreas Lubitz ha hacer lo que hizo?”, la que yo me hago es: cual será el efecto Lubitz en todos nosotros?

No soy psicólogo, pero si alguien que viaja, y vive, respira, se enfada, quiere, ríe… sonríe (muy a menudo) le saco punta a todo, pero mi efecto Lubitz, o el efecto Lubitz en mi ha sido devastador. Una parte de mi ha muerto aplastada a 700 km/h contra una pared alpina. Una mente coherente, nuestra mente coherente no alcanzará nunca a entender una enajenación tan extrema. Y su efecto, el efecto Lubitz matará en algunos un trocito de alma, en otros mucho, y en aquellos que han quedado atrás de esos 149 ángeles, los devastará: incluidos sus padres. Porque en el fondo sus padres serán las victimas doble de su hijo, por su perdida, y por lo que hizo que los señalará por el resto de sus vidas, porque es así, el hombre es un lobo para el hombre. Lo decía Hobbes, y lo digo yo sumando el adjetivo, IMPLACABLE.

Me cuesta resumir la semana, saliéndome de esta tragedia, me cuesta ser jocoso por lo mucho que me atañe esta desgracia, me cuesta sacarle punta a unos días que por otra parte y contradictoriamente han sido maravillosos. Fue sorprendente recibir tantas llamadas el día del accidente preguntándome donde estaba, algunas voces que hacia tiempo que no escuchaba, otras que llamaron con un tono muy distinto. Ha sido una semana que me ha llevado de Dusseldorf a Barcelona con un German Wings silencioso como una tumba, y luego de Barcelona a Verona. He comido exquisitamente en Verona, he vuelto a sentarme en Piazza Bra, y me he perdido de nuevo en todas las voluptuosidades que componen una Italia ya enfocada a la caída libre económica más desastrosa; pero Italia es lo que tiene hasta una mierda de café es mejor que cualquier café en España.

Al llegar he abrazado a mis hijos mas fuerte que de costumbre, y hasta uno de mis perros se ha sentado a mi lado como diciéndome que esa era exactamente mi lugar, la terraza que mira al mar, bajo la incipiente sombra del platanero que planté cuando tenía 3 años.

Esta semana no ha sido de las mejores, hasta escribo esto en viernes, 27 de marzo de 2015, tengo una prisa especial para cerrarla, cerrarla hoy, y hacer que mañana, aunque yendo en contra del calendario, sea ya la semana siguiente, porque el efecto Lubitz me ha descolocado completamente, los que viajáis constantemente lo entenderéis, los que no, es que tenéis mucha suerte.

Adiós semana 13, has cumplido con el sino de tu numero.

2 comentaris Digues la teva

  1. Cristina ha dit:

    Jordi, Aquest efecte lubitz ens ha afectat a tots. Totes les desgràcies que passen m’afecten. Encara recordo el creuer aquell que es va mig enfonsar. Vaig estar dies despertant-me pensant que algun dels meus o jo mateixa pogués estar a dintre D’aquell barco.
    Ara em passa el mateix. Un veí del barri era allà. Justament un veí d’escala dels meus sogres. Els seus fills van a una de les escoles del barri. No vull pensar que pensaran ells o la seva dona quan hagi passat el temps. Això no s’esborra.
    Cada dia que vivim és una alegria. Almenys jo ho visc així. Els meus fills estan be de salut i els meus pares i el meu marit també. No demano mes. La resta ve sol.
    Una abraçada.

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  2. Al Fenici ha dit:

    Apreciada Cristina, la vida continua malgrat l’absurd descans de la mort lluny de tot i de tots, com deia en Joan Ballester.

    M'agrada

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